Parece ser que en la actualidad ver un docente subido al púlpito, al estrado, al podium dando una clase magistral, mono discurso y por tanto unidireccional , ya no es válido para mantener la motivación del alumno, y mucho menos el respecto correspondiente.

Ya en la antigua y lejana, pero terriblemente actual Grecia, los sofistas hablaban del Maestro como el profesional de la sabiduría, así como de la aportación de la paidea, vinculada a la educación que deben recibir los jóvenes en búsqueda de crear una ciudadanía que represente el ideal de areté, es decir, que llegue al máximo de excelencia o virtud. En esa Grecia, y en una Grecia posterior de la mayéutica, una Grecia de Platón y Aristóteles, en donde la figura del Maestro era respetada socialmente y la metodología sólo tenía como tecnología puntera esa filosofía de experimentar, de llegar al alumno a través de la pregunta y con el convencimiento de que » solo se puede mostrar el camino para que cada cual piense por sí mismo». Esa Grecia, no es otra que a la que ahora se quiere volver.
A día de hoy, este rol «nuevo» del Maestro seguramente viene determinado por la facilidad del acceso a la información, donde epatar con el alumno es tremendamente complicado puesto que la figura y el contenedor supremo del saber no es el Maestro . Es Google. Por tanto, la figura del mediador, del guía, del sensei, viene a entroncar con la del Maestro griego. Al fin y al cabo se trata de llegar al alumno no como único transmisor del conocimiento, sino como facilitador, aglutinador de los diferentes canales de información y acceso a la misma que existen hoy en día. ¿Queremos decir con esto que el Maestro ha pasado a mejor vida? , ¿que ya no es preciso estar preparado como antaño? Todo lo contrario. La figura del Maestro es más que nunca reivindicada como imprescindible desde el punto de vista que se expone: canalizador. Es cierto que es posible aprender viendo tutoriales de youtube, pero no es menos cierto que es mucho más enriquecedor desarrollar un proyecto en un aula, compartir emocionalmente, debatir, y ser guiados por alguien que ya ha pasado por esa experiencia, que ya ha viajado por esos caminos y que además sabe que no hay un solo camino sino que abre las diferentes posibilidades para llegar a un objetivo concreto.
La humildad del Maestro ante esta realidad, es la que debe hacer que el alumno le respete. La motivación vendrá por los diferentes retos que le muestre, por las puertas que debe abrir para que éste se atreva a saltar, a iniciar un viaje de la mano para llegar al conocimiento. Gracias a las «nuevas » metodologías, el design thinking, compara y contrasta, la gamificacion, el aprendizaje cooperativo, Mindfulness, las Rúbricas y el Portfolio, las rutinas de pensamiento, etc…. el Maestro ya bajó hace tiempo del podium.
Pero sobre todo baja cuando se acerca al alumno, cuando le pone una mano en el hombro y le pregunta cómo está. Google, recordémoslo, es unidireccional. No te abraza. En un sociedad actual, la «jus it», donde es todo para ayer, donde todo está a la mano de un clic, es cuando se revela la importancia de la figura del que conduce, del que apacigua las emociones, del que en definitiva, guía.
La tecnología, Internet, las apps, las tablets, es cierto que hacen más accesible el conocimiento – también distrae en exceso, no lo olvidemos y conlleva diagnósticos y enfermedades – pero ¿quien propone las más adecuadas? ¿quien investiga previamente la conveniencia de unas frente a otras? El Maestro .
La sociedad requiere, porque conlleva, adaptarse a la realidad de cada alumno. ¿La tecnología se adapta o es el alumno quien se adapta a ella? La tecnología es el vehículo, la herramienta. El Maestro , el conductor de la misma.

Por tanto, y volviendo a la Grecia clásica- si, ya sabemos que entonces también existía el castigo físico, pero déjennos recrearnos en la parte más romántica de ella – la figura del Maestro como aglutinador venerable no ya del conocimiento, sino de los diversos caminos para llegar al mismo, es cuando menos clara, evidente, y como hemos destacado anteriormente reivindicable. Este Maestro facilitador/conductor de los procesos de aprendizaje, que sabe utilizar, evaluar, perfeccionar, recrear o crear estrategias de intervención didáctica efectivas – aspectos todos que requieren de una profunda y reflexiva formación – es el «superman» que requiere el Aula ¿3.0?
Para terminar, nótese que se ha repetido la palabra Maestro en 13 ocasiones. No por reiteración sino por implicación.