Seguramente, allí donde hay un Maestro, hay una Escuela. Si esta premisa se cumple, y lo hace desde un punto de vista práctico, no sería pues necesario tener en cuenta el espacio educativo ni acaso el mobilario para el buen desempeño de la práctica educativa. Decía Giner que “ (…) las clases deben venir a ser una reunión durante algunas horas, grata, espontánea, íntima, en que los ejercicios teóricos y prácticos, el diálogo y la explicación, la discusión y la interrogación mutua alternen libremente con arte racional.(…)” y en esa línea, pero avanzando ya un tanto en el espacio educativo, explicaba Hertzberger que «(…) el aprendizaje debe suceder en todos los rincones del colegio, crear un ambiente preparado para el descubrimiento del mismo. (…)

Sin embargo, en una época donde las empresas más innovadoras tratan de dar a sus empleados un ambiente adecuado para su mejor desempeño, buscando el contacto con la naturaleza, la sostenibilidad energética de los edificios, la estética amable, calidez y calidad en los materiales…..¿Son así nuestros centros educativos? ¿Buscan desarrollar un espacio donde el aprendizaje sea un elemento más dentro del proceso?¿Es posible un Colegio que no parezca un Colegio?
Lamentablemente, creo que no, y mucho menos en su concepción, mas allá de las posibilidades económicas o presupuestos dedicados a la construcción de nuevos colegios. Raramente se pregunta al docente, y mucho menos al niño.
“En clase y en la
- Kindergarten in Guastalla,© Moreno Maggi
escuela el niño debe encontrar en la medida de lo posible la atmósfera de intimidad y de libertad que disfruta en su casa. (Roth, 1957) «. Se podría añadir más incluso, donde David Thornburg habla de diferentes tipos de espacios en función de los distintos momentos de aprendizaje de los alumnos. Incluso el mobiliario, color, texturas de materiales…todo influye en el estar y ser de los alumnos, y por tanto también de los docentes. Pero no sólo eso. Si se habla de nuevas metodologías, donde el aprendizaje sea multidisciplinario, cooperativo y basado en proyectos, con ayuda y uso de la tecnología; aprendizaje al aire libre y en consecuencia interrelacionado con la naturaleza, ¿no será cuando menos necesario prestar atención a la construcción y creación de espacios educativos pensados para todo ello, y por ende, para y por el niño?
Cuando menos, sorprende la minuciosa atención que suelen tener las familias a la hora de elegir un hogar, en el momento de decorar y por tanto adecuar los espacios del mismo en busca del mejor confort, sentirse agusto allí donde van a pasar mucho tiempo. Pero estas premisas, del todo normales, aparentemente lógicas, dejan de tener sentido cuando hablamos de espacio educativo, ese espacio donde reina el pupitre. Mueble que debeía estar denostado pues no busca sino la comodidad del docente y no la del niño. Busca que haya control…., así puedo dominar la clase. ¿necesitaba Giner un pupitre para ejercer su magisterio? Seguramente no.

La aparente revolución educativa no es entendible, por tanto, sin la reflexión que nos lleva a pretender que todo espacio puede ser educativo, que el «paisaje educativo» va mas allá del aula, trasciende la misma y convierte los espacios de pasillos, patios, vestíbulos, salas, recreos,… en lugares donde estar y ser, en lugar de pasar.

Si, como decía Malaguzzi , el espacio es el tercer maestro, será clave que pensemos en el mismo como elemento fundamental del aprendizaje, para que los niños puedan dearrollar mejor sus aptitudes, para que los Maestros puedan también dar lo mejor de sí mismos, y por tanto, empecemos a ver la Educación como lo que es: uno de los principales valores sociales.
Referencias:
- Diálogos entre arquitectura y pedagogía
- La Arquitectura, una aliada en la educación
- Academy of Neuroscience for Architecture
- Arquitectura y Pedagogía
- La visión centrada en el estudiante
- Diseñadora de aulas
- El mobiliario sí importa
- Neuro Arquitectura y Educación: Aprendiendo con mucha luz
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